En esta entrada recordaremos un par de cosas de los días en Arequipa (Parte I), que no fueron indicadas en la entrada anterior. Así como también les contaré de lo maravilloso de la ciudad de Cuzco. No solo por su Arquitectura, si no por la energía que brota desde sus calles, se siente en el aire.
No recuerdo exactamente la fecha, era una noche fría y lluviosa, Belén nos acompañó hasta el terrapuerto de Arequipa en el cuarto o quinto taxi que logramos tomar, luego de que al menos los otros tres o cuatro nos intentaran estafar cobrándonos más de la cuenta. A todo esto, hay un par de cosas que olvidé mencionar, pasé un par de días encerrado en el baño luego de tener la genial idea de ir al mercado de Arequipa y comprar un Mango gigante por avaluado en 1 Sol, el cual comí acompañado de 1 litro de leche de soya. Recomendación: Tenga cuidado con los alimentos que ingieren, sobre todo si comerán fruta, no se coman cada mango de Kilogramo que les cueste 1 Sol, por más tentadora que parezca la oferta (No me arrepiento de nada).
Hay lugares de comida bastante baratos cerca de la plaza de armas de Arequipa, podrán encontrar platos de “Lomito Saltado” por algo así como 3,5 Soles cada plato ¿Una ganga? No lo sé, creo que eran deliciosos. Yo nunca supe porque preferimos ir a las parrilladas Argentinas que estaban en la plaza de armas de Arequipa (Suena muy lógico, ir a comer asado a la Argentina a Perú). La vida nocturna es algo que no se pueden perder por ningún motivo, nunca olvidaré el sonido gutural que emitía Emilio desde el baño la última noche que pasamos en Arequipa. Me reí un montón, sobre todo porque no sabíamos cual de los cuatro seguiría a Emilio.
Volviendo a nuestro viaje al Cuzco. Llovía como si fuese el fin del mundo, truenos y rayos nos acompañaron durante todo el viaje. Perú tiene un encanto único que hace que hasta la peor tormenta luzca como un regalo de la vida. Así que luego de pasar una noche fría dentro del bus, llegábamos a la ciudad del Cuzco encantados por el color rojizo de sus edificaciones era algo increíble, único, mágico. La energía que está entre el Cuzco y Aguas Calientes, es incontrolable. No puedes luchar contra ella, lo único que debes hacer es permitir que inunde tu corazón y que cada detalle erice los bellos de tu piel.
Alguna plaza del Cuzco a la derecha. A la izquierda, Paolo posando para las cámaras.
Ya instalados en la habitación del Hostel, acordamos ir a pasear por las calles de la ciudad y luego organizar la expedición al santuario de Machu Picchu. Nos dirigimos al Mercado del Cuzco, lugar en el cual manosee todo el pan posible sin comprarlo y encontré una Papaya gigante (Ahora la foto) ¡Si! Era una Papaya mutante, proporcional al tamaño de la rata que vi en Búzios (¡Si la rata otra vez!). Luego de llevarme un par de retos de Diego, seguimos nuestro paseo transitando las calles de la ciudad. Diego, en ese momento era un proyecto de Cientista político, por lo cual no perdía oportunidad de fotografiarse con cualquier niño o anciana simpática.
A todo esto, la ISIC nos ahorró la mitad del precio del alojamiento en el Hostel “Ecopackers“. El sitio estaba bastante bueno, tenía una mesita de pool que inauguró Emilio, dándonos clases de cómo jugar con resaca. Lo mejor fue el desayuno, al fin, comida de verdad y todas las hojas de coca que pudiera comer y así no apunarme. La gente que ahí alojaba era bastante agradable, siempre tengo suerte con los grupos que encuentro en Hostels. Aquella vez, nos encontramos con Chilenos y armamos la fiesta. En fin, vuelvo al paseo. Recomendación: No maneasear los panes de la gente en el mercado de cualquier ciudad si no lo comprará.
Aquí, mi foto manoseando los panes de esta amable señora. Mercado del Cuzco.
De izquierda a derecha: Algún niño Cuzqueño, Paolo y Diego, éste último ensayando sus futuras propagandas políticas.
¡La Papaya mutante! ¡Incrédulos! Grrrrrr… si tan sólo tuviera una de la rata…
Emilio después de una noche en el bus, con su mejor cara, nos daba clases de cómo no jugar al pool.
Llegaba el crepúsculo, nos dormíamos temprano, ya que a la mañana siguiente nos llevarían hasta el valle sagrado. Los chicos del Hostel nos ayudaron con las reservas y logramos conseguir un transfer con destino a Ollantaytambo, lugar donde tomaríamos el tren que nos llevaría hasta Aguas Calientes para luego subir a Machu Picchu. Despertamos temprano, como en todo viaje dormimos poco, es imposible dormir mucho cuando un trío de parlanchines te hinchan las bolas toda la noche porque tu equipo de fútbol pierde todas las finales en el campeonato local. Antes de abordar el Perurail, comimos rápidamente un Sandwich de queso de cabra que ofrecía un vendedor ambulante, con el hambre que llevaba tenía sabor a un manjar de dioses.
De ahora en adelante, llamaremos “Felicosas” a cada momento incómodo vivido durante un viaje (En alusión a “Felipe” y “Cosas” cada vez hay una situación Random o awkward, citando al cómic Condorito y sus “Condoricosas”).
Estaba todo muy bonito en la estación, los chicos que cortan los tickets muy uniformados y amables te invitan a mostrar tu ticket y abordar el tren, en ese momento quise una fotografía, me subí al borde del tren y ¡Click! No, la foto no. Ensucié con tierra de mis zapatillas el pantalón al amable sujeto que cortaba los tickets. Luego del momento Awkward (O “Felicosas”), nos sentamos en el tren a disfrutar de la impresionante belleza de los paisajes, parecía que los cerros se venían encima, que las nubes estaban a un centímetro de distancia, los ríos y el cielo parecían de ensueños, todo estaba muy en “HD”.
Casi en la mitad del trayecto un grupo de críos se acercaba corriendo al tren, nos pedían comida, por un instante se fue todo a la mierda. Fue la primera vez que estuve cerca de pensar que viajar no sólo es disfrutar de hermosos paisajes. Una de las tantas alternativas que un viaje ofrece, es la de descubrir las realidades de cada país, por más que intenten ser maquilladas, siempre existirán. Personalmente, hoy estoy convencido de que una parte muy importante de viajar es la de palpar la forma en que viven las personas, conocer un poco más de lo que el guía turístico te mostrará. Claro, eso si buscas aventuras.
Los chicos antes de abordar el tren desde Ollantaytambo a Aguas Calientes.
Momento Awkward inmortalizado: Felipe ensuciando la ropa de la gente.
Con Dieguito en el “Perurail”
Una vez en Agua Calientes, comenzamos rápidamente a averiguar como se llegaba a Machu Picchu, un par de personas nos indicaron un lugar dónde se compraban los tickets por algo así como 40 dólares, eso hasta que la ISIC nos salvó de nuevo y pagamos la mitad. Cómo ya eran pasadas las 10 de la mañana y queríamos ahorrar tiempo, tomamos un bus que nos subió hasta el acceso. A estas alturas no tenía un duro para seguir adelante, Emilio me prestó los 8 dólares que me hacían falta. Y eso que días antes le había escrito un e-mail a mi padre mendigando 80 dólares para que me salvara el orto mientras viajaba. Aún le debo un pastel por tremendo favor a Emilio. Subir por las escaleras, hubiese sido una tortura, no llegaba. Mi padre escuchó mi súplica, me mandó oxígeno.
En las puertas de la ciudadela de Machu Picchu, presentamos los DNI junto al ticket para ingresar. Sentí como la imponente energía del Huayna Picchu entró a mi alma, su potencia fue increíble, aún conservo intacta dicha sensación.
A la izquierda el pueblo de Aguas Calientes. A la Derecha, Huayna Picchu, la ciudadela y yo.
Un consejo bastante rata pero útil si viajas con un presupuesto ajustado y quieres saber algo más del lugar que visitas, es colarte en algún Tour. Si, nos colamos a un tour en español, eran tantos que cuatro sujetos más no les pesarían. Así que hicimos un recorrido por el parque siguiendo a la multitud y mirando hacia otro lugar mientras el guía hablaba, para que así no nos descubrieran y nos echaran a patadas. Recomendación: Ensaye su mejor cara de “¡Qué casualidad! Nos volvemos a encontrar, pero yo estoy mirando hacia otro lado”, y no gaste dinero en un tour, mejor cuélese en uno, así tal cual. Ahórrese las 200, 100 lucas, lo que quiera (?).
La Banda recorriendo Machu Picchu ¡Tremendos chicos! Imposible olvidarlos.
Recuerdo un momento muy lindo, puse la cámara apoyada sobre una roca y configuré el lanzador para correr hasta algún sitio y tomarme una fotografía. Cuando corría al lugar, me siguió Paolo, y la imagen se inmortalizó con él a mi lado. En ese momento la emoción y alegría impresionantes se apoderaron de mí, descubrí que hice amigos increíbles durante el viaje, jamás los olvidaré. Esta historia no sería igual sin ustedes.
¡Imposible de olvidar! Gracias Paolo, me regalaste un momento impresionante.
Bueno, la entrada de hoy se titula “Cállense, por favor cállense y duérmanse”. Y como les advertí en algún momento, soy disperso. No logré llegar a cuando nos dijeron tan linda frase, pero esta historia continuará. La bajada desde Machu Picchu, la última noche y una frase que jamás borraré de mi corazón viene en la siguiente entrada.
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Si necesitas ayuda para armar tu viaje escríbeme: tearmoelviaje@gmail.com, nos coordinamos y te ayudo.
¡Que sea una semana increíble!